La ternura parece como una respuesta para la humanización, como modelo de convivencia alejada del chantaje y la violencia. La ternura es como un movimiento que nos arrastra hacia un camino repleto de sensaciones y de sentimientos en los que se entremezclan la benevolencia, la aceptación, la calidez y el abandono, pero también la confianza, el estímulo, el asombro y los nuevos descubrimientos. Para seguir este camino, lo único que hay que hacer es abandonar nuestros miedos, dejar atrás los prejuicios y enfrentarnos a todo cuanto pueda depararnos. La ternura es el nacimiento hacia uno mismo, un nacimiento que nos permite penetrar en el maravilloso vientre de la existencia humana. La ternura no es solamente algo físico. Es una emoción sutil, una mirada de asombro, un movimiento cálido unido para siempre al conjunto de los sentidos. La ternura posee un brillo propio. Un estado humano esencial es el de la armonía y la cooperación. El valor más elevado en toda persona es la capacidad de amar y de ayudar. Es hora de que se reconozca que toda mujer y todo hombre en el fondo de su conciencia, sabe lo importante de la capacidad de amar y quienes son las personas importantes y aquellas capaces de enseñar el amor mejor que nadie. A través de la ternura, los dos sexos, por primera vez, pueden sentirse en plenitud y la humanidad podrá esperar una vida mas dichosa que la que ha llevado hasta ahora. Las personas tienen que aprender que todas las otras formas de inteligencia son secundaria, comparadas con una inteligencia realmente humana, porque cualquier forma de inteligencia que no vaya acompañada de los sentimientos correctos, es el peligro mas grande que pueda existir. Desafortunadamente, desde hace varios siglos la ternura y la afectividad han sido desterradas del mundo del conocimiento. Dado que nuestros pensamientos están determinados por fenómenos de dependencia e independencia, por cruce de gestos y de cuerpo, es imposible seguir excluyendo la afectividad del terreno existencial. Aquí es donde la sensibilidad se traduce en ternura, que nos lleva a aceptar que necesitamos unos de otros, precisamente porque somos diferentes y que esa diversidad es la base de la riqueza y estabilidad del ecosistema humano. La inteligencia sin humanidad, sin amor, sin ternura no basta. Y que el mundo sufre en los momentos presentes de una súper abundancia o de intelectualidad y una insuficiencia de humanidad. Y es esta clase de inteligencia, la inteligencia realmente humana, la que este mundo necesita actualmente. Empecemos a perfilar un clima de sensibilidad donde lo mas importante sea el respeto por el otro, indistintamente de la presencia de algunas diferencias. Queridos lectores, padres, madres, amig@s, establezcamos la ternura, la sensibilidad dentro de la cotidianidad de nuestras vidas. Feliz inicio de semana!!!. Mil bendiciones.
Lo esencial es invisible para los ojos, sólo se ve bien con el corazón.
Antoine de Saint-Exupéry.
MARIA T. ZURITA
Licda. Educacion Especial
Msc. Lectura y Escritura
PNL Trainner
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