Nací y crecí en mi querido Puerto Cabello, pedacito de cielo. Fui criada por mis padres que se describen como “la sal de la tierra”. Los dos, excelentes padres: amantes comprometidos, en el hogar y trabajo, crianza de alta expectativa y sentido positivo del valor propio.
Como todos los niños pensé que había cometido una gran equivocación universal, y que estaba en la familia indebida, y más definidamente, en el sitio correcto.
Como todos los niños pensé que había cometido una gran equivocación universal, y que estaba en la familia indebida, y más definidamente, en el sitio correcto.
Mi padre, César Zurita, hombre increíblemente atractivo, enérgico, sencillo de corazón, sensible, honesto, hombre honorable y de altos principios, siempre estaba en movimiento, en su vida no había contradicciones, su trabajo era su pasión y era el mejor, papá era un hombre sencillamente inolvidable. Tuvo una gran influencia en mi vida. Aprendí mucho acerca de él, la vida.
A menudo oigo hombres y mujeres decir que pasaron poco tiempo con sus padres. Mi papi no fue así, siempre estuvo, yo conocí el mío. Cada día a día, semana a semana, mes a mes, cada 19 de noviembre estabas, me cantabas las mañanitas y cielito lindo que, hoy por hoy, no puedo escuchar sin añorar ese momento y mis ojos lloren de recuerdos.
Fue mi maestro, mi modelo, concentrándose en el Por qué, en las razones para hacer las cosas, me contaba historias. En la escuela aprendí que la historia era lo más emocionante y familiar.
Hablaba sobre lo que había conseguido en sus viajes, y por qué ver el mundo era tan importante. Despertó en mi la necesidad y el amor a viajar. Hablaba sobre la necesidad y el amor por el aprendizaje, y sobre por qué es importante una educación formal. Insistía en que llegará más allá de simplemente graduarme.
Hablaba sobre los patrones y valores, sobre desarrollar el carácter y lo que significa en el curso de la vida. Hablaba sobre cómo tomar y evaluar las decisiones, cuándo reducir las pérdidas y alejarse, y cuándo apegarse aun más frente a la adversidad. Hablaba sobre el concepto de ser y llegar a ser, y no sólo tener y conseguir.
Hablaba de los instintos viscerales y engaños emocionales, de cómo distinguir entre ellos y sobre cómo evitar el engaño de otros.
Finalmente y resumiendo, aprendí de mi padre: a escuchar mis instintos, que todas las respuestas que necesito están dentro de mí. Ser suficientemente calmada para encontrar las respuestas en mi interior.
Aprendí hacer lo que me encanta hacer, y llevar la vida que muestro. Mis metas se originan de mis valores y por eso mi trabajo irradia el deseo de mi corazón.
Apartar las distracciones inoficiosas, porque sólo servirán para desperdiciar el tiempo, “tu vida misma es tiempo”.
Me enseño y aprendí a preocuparme por los demás, respetar y asegurarme que tenga a mí vista: cielo, tierra, agua y árboles.
Gracias papi por el poder de tu carácter, la ética, fuerza y la sensibilidad. Ser ejemplo de lo que decías. Por planear tu vida y vivirla diariamente. Me distes alas y raíces. Raíces para saber donde esta el hogar y alas para volar lejos y poner en practica lo que me has enseñado.
El legado de mis padres “César Zurita y Carmen de Zurita” fue: enseñar a dirigir mi vida con propósito, tener un nido seguro, ser bienvenida.
Ahora estoy más que segura. Escogí! A mis padres.
Feliz semana. Dios bendiga a todos!!!.
MSC MARIA ZURITA
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