El articulo de hoy tiene referencia a lo vivido en mis aulas de clases, infinidad de veces mis alumnos al escribir cometen estos errores, si bien es cierto que aprendemos hablar de manera natural, y que obtenemos los signos gráficos a medida que nos formalizamos en la educación y a través de nuestro entorno lector y de producción escrita. El Habla es la materialización individual de los pensamientos de una persona, sirviéndose del modelo o sistema que facilita la lengua. Es la actualización aquí y ahora de los fonemas de la lengua por un hablante. Habla o dialecto, se define como la conducta lingüística de un hablante individual, por lo tanto, es el acto de emitir un mensaje basado en el conocimiento y experiencias de cada individuo, de acuerdo con su estilo propio y personal.
La mayor parte de los hispanohablantes pronuncian estas palabras Halla / haya / aya/ allá, de la misma forma, ya que está muy generalizada la pérdida de la distinción de los sonidos que representan las grafías ll e y. Pero conviene distinguirlas adecuadamente en la escritura:
Haya: Puede ser un verbo o un sustantivo: Como verbo, es la forma de primera o tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber. Con este valor se utiliza, bien seguida de un participio para formar el pretérito perfecto (o antepresente) de subjuntivo del verbo que se esté conjugando (haya visto, haya mirado, etc.), bien como verbo de una oración impersonal: Espero que Luis haya aprobado.
Como sustantivo, es femenino y designa un tipo de árbol: Hay que podar el haya del jardín. Se sentó a la sombra de una frondosa haya.
Obsérvese que en estos casos la palabra halla se puede sustituir por la forma encuentra:
No sé cómo lo hace, pero encuentra siempre una excusa perfecta para no ir.
Aya: Es un sustantivo femenino que significa ‘mujer encargada en una casa del cuidado y educación de los niños o jóvenes’: Aún se acordaba del aya sabia y cariñosa de su infancia. La vieja aya seguía llevando a los niños al parque.
Allá: adverbio de lugar, Allá en Londres, el ocupadísimo banquero y su no menos ocupadísima mujer, buscan un aya para que cuide a sus hijos.
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Maria Zurita